domingo, 4 de mayo de 2014

Fernando Durán López - Primer Teatro de Almanaques Españoles

Cuadernos de Ilustración y Romanticismo 

(Cuad. II. Rom.) es la revista del Grupo de Estudios del Siglo XVIII de la Universidad de Cádiz (GES.XVIII) y se publica anualmente; en ella se recogen los sucesivos proyectos de investigación del grupo, así como colaboraciones externas de investigadores españoles e internacionales.

Cuadernos de Ilustración y Romanticismo posee cuatro secciones, que aparecen o no en cada número en función del material disponible: artículos sobre un tema monográfico, artículos de temas misceláneos, ediciones o traducciones de pequeños textos y reseñas bibliográficas. Todos los trabajos que se publican son originales y pertenecen al ámbito de la literatura, el arte, la historia y la filosofía, referidos al periodo 1700-1850 en España, América y Europa. Nuestra revista está abierta al intercambio científico con otras publicaciones periódicas.

ISSN: 2173-0687

En su plublicación Cuaderno Nº 19 en la Sección Ediciones y Traducciónes (Páginas 403 a 457):

Primer Teatro de Almanaques Españoles
(La Gran Piscatora Aureliense para 1742, pepitoria de 1745 y palinodia burlesca  en verso de Gómez Arias para 1754)

Resumen

Edición de varios almanaques españoles de mediados del XVIII. Precedidos por un breve estado de la cuestión, presentación y bibliografía de la materia, se reproducen íntegros el almanaque para 1742 de Manuela Tomasa Sánchez de Ortega, el Pronóstico seguro de Gómez Arias para 1754 (un pronóstico burlesco en verso en la tradición de las profecías de Pero Grullo) y una selección de varias secciones y secuencias de distintos almanaques para 1745.

Fernando Durán  López (Universidad de Cádiz) Introducción, selección y notas.

"Al final de esta presentación el lector podrá leer una bibliografía bastante completa de lo publicado acerca de almanaques, calendarios y pronósticos en la España del XVIII, que se extiende en parte también al XIX. Un somero repaso sugiere varias llamativas conclusiones. La primera es que no hay ninguna monografía ni trabajo extenso sobre ese formato de nuestra cultura impresa, a pesar de su persistencia en el tiempo, su penetración social, su notable volumen y la variedad de intereses que concita, a caballo entre la literatura en verso y prosa, los géneros didácticos, la ciencia, la cultura popular, la educación pública, las supersticiones... La segunda es el potente eje de gravitación que constituye Diego de Torres Villarroel, en torno al cual orbitan o son ineluctablemente atraídas las miradas de los estudiosos, los enfoques y los modelos de interpretación; no es una distorsión ni injustificada ni irrelevante, pero al fin y al cabo es una distorsión. En concordancia con el punto anterior, salta a la vista que casi no existen acercamientos monográficos a otros almanaqueros —con la salvedad de un artículo de Mercadier sobre Bartolomé Ulloa— o a otras de las posibles categorías en las que se distribuyen los materiales que conforman esa masa impresa."
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"Veamos algo sobre la naturaleza del género. En el XVIII siempre se preservará el núcleo esencial de los almanaques, que les da origen en el siglo precedente, y aun antes: los cómputos del año, número áureo y otros números simbólicos, las fiestas religiosas movibles, los eclipses y una detallada lista mes a mes de los cuartos lunares y fechas señaladas (día y hora en que sale el sol o la luna llega a sus diferentes fases, etc.). Toda esa información es puramente astronómica y de carácter técnico, pero además a las lunaciones y meses se les añadía una serie de predicciones sobre el clima (cuándo lloverá, nevará o hará sol), las actividades propicias (qué días conviene cazar, pescar, hacer sangrías o sembrar) y las enfermedades que aquejarán en cada momento (pulmonías, fiebres, males venéreos...). Tales predicciones poseen mucho de supersticioso, pero en alguna medida también traslucen una sabiduría popular y una cierta observación empírica: es lógico que haya nieves en diciembre y fiebres infecciosas durante la canícula, pero claro está que acertar en los días es puro embeleco. Esa parte de la astrología era ampliamente aceptada como veraz, incluso entre los escépticos. Por último se superponía otra capa de predicciones que sí entraban en el ámbito de la astrología judiciaria  stricto sensu y que, mediante versos enigmáticos o frases sentenciosas, pronosticaban movimientos políticos, guerras, desgracias y sucesos del orden social." 
                                                                              http://revistas.uca.es/index.php/cir/article/view/1874